Coincidiendo con la Semana Internacional de la lactancia materna (#SMLM2015) Acción contra el Hambre y Madresfera han puesto en marcha el #ProyectoK o Proyecto Kwashiokor.
¿En qué consiste?
En una maratón de post sobre la lactancia materna contando nuestras experiencias con ella y de esta manera hacer que se hable más del tema y concienciando del valor e importancia de la lactancia materna
Así que, esta es mi aportación. La historia de dos lactancias maternas muy diferentes la una de la otra, pero que sin la primera no habría sido igual la segunda.
Allá por el año 2009 me estrené en la maternidad. Di a luz a mi chico mediante cesárea y mi mayor obsesión, en ese momento, es que la operación no fuera un impedimento para que se estableciera la lactancia materna.
Tenía tan claro que quería darle el pecho, que en nuestras primeras horas juntos en el hospital, yo sólo quería ponérmelo a la teta, y lloraba porque no se enganchaba. No había manera, lo rechazaba y berreaba pidiendo comida. Mi chico era un glotón (bueno, sigue siéndolo), ya había probado la rapidez y facilidad del biberón, y no quería trabajar para obtener su alimento.
Menos mal que la rigidez en los horarios del hospital para dispensar los biberones ayudaron a que al final buscara el pecho y se agarrara a él y por fin descubriera que de ahí también salía comida 😛 ¡Volví a ser feliz!
Pero todavía nos esperaban más dificultades en el camino y mi inexperiencia en el tema lactancia y los anticuados consejos, de los que me rodeaban, dieron fin a ella a los 5 meses.
No supe reconocer la primera crisis de lactancia que tuvimos. El niño no dejaba de llorar y nunca se saciaba. Lo más fácil fue darle un biberón porque el niño lo que tiene es hambre y no tienes leche suficiente. Cedí, me sentía la peor madre del mundo porque pensaba que no daba de comer lo suficiente a mi hijo.
Cedí de tal manera que en poco tiempo ya eran más tomas de biberón que de pecho hasta que, finalmente, lo dejamos.
Pero tuve una segunda oportunidad. Volví a quedarme embarazada y esta vez no iba a cometer los mismo errores. Me informé, me apunté a grupos de lactancia y descubrí los fallos que había cometido en la lactancia del mayor.
- Descubrí que existían las crisis de lactancia y que había muchas a lo largo de los meses (y años si es que se tienen una lactancia prolongada), no debía desesperarme cuando el bebé estuviera muy demandante, iba a durar un par de días hasta que la producción se ajustara otra vez a sus necesidades.
- Aprendí a identificar los signos de hambre en mi pequeña para no esperar al último momento para darle de comer, así no estaría desesperada y se agarraría mejor al pecho.
- Me enseñaron que todas las mujeres podemos amamantar a nuestros hijos, que eran muy pocos los casos en los que realmente la mujer no tiene leche en su pecho.
- Aprendí que la leche iba cambiando de composición a medida que los bebés iban creciendo y que se adaptaba a sus necesidades pudiendo mantener la lactancia durante mucho tiempo. Eso de que esa leche ya no les alimenta, es sólo agua solamente era una leyenda urbana.
Ya preparada entré en mi segunda maternidad y esta vez sí, esta vez desde el primer momento establecimos una buena lactancia que duró casi 26 meses (podéis leerlo aquí). Superamos la primera crisis de lactancia con mucha paciencia y oídos sordos a las voces que decían que no tenía leche y que la pequeña se estaba quedando con hambre. Y, en contadas ocasiones, dudé de mi capacidad para alimentar a mi niña, pero mi marido estuvo ahí para darme ánimos y ayudarme a recuperar la confianza.
Y hasta aquí el resumen de mis dos lactancias maternas. Como ya os dije antes, muy diferentes la una de la otra pero, que sin los errores de la primera no hubiera sido tan exitosa la segunda.
Eso sí, una cosa está bien clara, a pesar de las dificultades que nos podamos encontrar por el camino, la lactancia materna es una de las mejores formas de combatir la desnutrición infantil y uno de los momentos más mágicos y especiales que podemos tener las mujeres.
Para terminar, que sepáis que podéis colaborar contando vuestras experiencias y/o haciendo una donación, en esta página de Acción contra el Hambre (no hay un donativo mínimo) con la que se ayudará a crear proyectos de lucha contra la desnutrición que incluyen la promoción de la lactancia.
la experiencia es un grado, yo si tengo un segundo, luchare por la lactancia! un besito
Es lo mejor, yo lo hice y me quité la espinita de la lactancia con el mayor
que diferencias eh??? cada niño y cada situación es única por más que a veces nos empeñemos en intentar hacerlo igual o en intentar compararlo! un abrazo
Si, muy diferentes pero lo bueno es que de una a otra se aprende y mejora. La tercera lactancia ya hubiese sido la bomba 😉 😛
Mi lactancia con el primero también fue distinta, duró 8 meses, sólo 4 de exclusiva y el resto complementada. Pero no me arrepiento, aunque podía haber sido mejor, no fue tan mal, pero con mas y mejor información, seguro que habríamos estado más tiempo.
Y con la peque…pues qué decir, 3 años y medio y seguimos, pero esta vez estaba más que formada e informada.
Un abrazo
Yo tampoco me arrepiento de mi primera lactancia, aprendí mucho de ella y por eso la guardo en mi memoria. Sin ella no hubiera prosperado la segunda