La semana pasado comenzaba la historia de una niña APLV hablándoos de cómo descubrimos que nuestra pequeña tenía alergia a la proteína de la leche y la ternera. Hoy continuamos con ella y de cómo este diagnóstico alteró nuestras rutinas.
Una vez confirmada la alergia comenzamos con los cambios en nuestros hábitos diarios. Revisamos el etiquetado de todos los alimentos que teníamos en casa descartando los que tuvieran leche o trazas de leche. ¡¡¡Increíble la cantidad de alimentos que pueden llevarla!!! En muchas ocasiones alucinábamos al comprobar qué cosas podían contener leche.
Pan de molde, embutidos, prácticamente todas las galletas, pescado congelado, bolsas de patatas,… casi todo llevaba como mínimo trazas de leche. Teníamos que releer mil veces una etiqueta para asegurarnos de que no llevara nada y aún y todo lo cogíamos con miedo. Era pánico a que la niña se pusiera enferma y ese miedo no nos dejaba apenas darle nada que no fuera totalmente fresco. Claro, eso era lo mejor (y es lo mejor para todos) pero veía a otros niños comer cosas que le llamaban la atención y no teníamos ningún sustitutivo para que no se sintiera tan diferente.
Fue entonces cuando descubrí el grupo de Facebook Niños alérgicos a la proteína de la leche y fueron mi salvación. Madres y padres de niños con la misma alergia (aunque en diferentes grados porque, como todo en esta vida, dos niños alérgicos no tienen por qué tener la misma reacción ni a la misma cantidad) que escribían o llamaban a las empresas directamente para confirmar sin ninguna duda la existencia o no del alérgeno. Allí me sentí comprendida e identificada con muchas situaciones del día a día y comencé a conocer muchos alimentos que estaban libres de leche.
Superado el primer escollo.
Pero aún quedaba mucho más por delante. La familia fue algo más complicado. Tuve que escuchar frases del tipo “por un poquito no creo que pase nada” “eres un poco exagerada con el tema” “¿siempre tienes que estar preguntando?” “si solo es sopa, sí, le he echado ternera pero solo es el caldo con eso no le pasa nada”… Era impotencia lo que llegaba a sentir en muchos momentos porque como solo tenía dolor de barriga y diarrea si tomaba leche o ternera que no pasaba nada. ¡¡Pues sí!! claro que sí pasaba.
Al final, poco a poco, parte de la familia entendió que mi pequeña tenía que estar sin tomar nada de leche si quería llegar a curarse y se pusieron las pilas. Sólo puedo deciros que si le preguntáis a mi madre os puede decir prácticamente todo lo que hay en el mercado que puede o no comer su nieta y si tiene alguna duda se queda en la estantería. ¡¡¡Si es que es para hacerla un monumento!!!.
Segundo escollo medio superado (la otra parte de la familia nunca hizo amago de preparar nada que no llevara leche porque estaban acostumbrados a comer así y no iban a cambiar, sin comentarios)
El siguiente escollo a superar creo que es el que más tememos los padres de niños con alguna alergia alimentaria: la escuela (vamos, la salida al mundo lejos de la protección de casa).
¿Le darían algo con leche por error? ¿Todos sabrían qué podía o no comer mi niña? ¿Cogería ella algo de los otros niños? ¿Se sentiría mal por no comer lo mismo que sus compañeros? Estas son solo algunas de las preguntas que nos podemos hacer los padres cuando nuestros hijos van a estar lejos de nuestra supervisión y control. Y te encuentras de todo, desde colegios que no se responsabilizan de lo que pueda pasar hasta colegios en que todo son facilidades. Desde padres que comprenden la gravedad de la situación o los que pasan del tema y mientras no les afecte a ellos…
Por suerte, tanto en la Escuela Infantil como en el colegio todo fueron facilidades y llevaron mucho control con lo que comía o no. En la Escuela Infantil incluso adaptaron platos para que fueran aptos para todos los niños (había dos alérgicos al huevo además de mi hija). En el colegio, los padres de la clase siempre han sido muy atentos y, dentro de sus posibilidades, el almuerzo para celebrar los cumpleaños casi siempre ha sido sin leche para que todos comieran igual. No puedo quejarme. Sólo tuvimos un pequeño problema en el comedor escolar y con un poco de diálogo se solucionó. Si es que hablando se entiende la gente 😛
Y, así es como más o menos han pasado estos tres años que llevamos con la pequeña siendo alérgica a la proteína de leche, salvando obstáculos que es lo importante.
La semana que viene continuaremos con la historia de nuestra pequeña APLV.
Entiendo lo complicado que ha de ser, estar pendiente, el miedo a que coma algo fuera de casa.. es cuestión de acostumbrarse pero no por ello es más fácil.
Nosotros estamos ahora con pruebas de alergia porque aún no sabemos la causa de la del nuestro…. a ver con que sale.
Esperemos que no sea a nada pero si al final da positivo en algo.. pues aquí me tienes para lo que sea… yo ya controlo el tema, muy a mi pesar 😉