Las tecnologías esta semana han hecho que el blog quedara por un momento en una dimensión que desconocía: un “espacio-tiempo” en el que la “propagación del DNS” hizo que el blog apuntara de forma intermitente a dos hostings distintos. O algo parecido. Hoy sí, compartimos el resultado del sorteo del fotolienzo para el día del padre y os pedimos ¡mil disculpas!
El caso es que hoy me he centrado en que todo volviera a su sitio, pero no quería dejar de compartir en esta sección mi nueva rutina: ¡¡el yoga!! Y es que (por si aún no lo sabíais)… ¡el yoga es el nuevo running! O al menos lo es hasta que quede de nuevo desbancado por una nueva moda, ¡por supuesto! jajaja.
Aunque yo siempre he preferido, y de hecho practicado, actividades tipo yoga, taichí o pilates antes que deportes de impacto (running, aerobic, step…). Es, en parte, la herencia de haberse visto rodeada por gente joven ya operada de caderas o rodillas, pero también de apenas tener tiempo para una misma y querer buscar más ese momento de relajación, de aislamiento y conexión conmigo misma y de estirar más que de muscular. También de hacer un ejercicio tranquilo en casa, con ropa cómoda y que me permita centrarme en un mejor control de la respiración y la postura. ¡Aunque dentro del yoga de todo hay!
Hoy por hoy me estoy informando acerca de todo el abanico que ofrece: desde el yin yoga, hasta el kundalini, pasando por el visaña o el hatha… Incluso he descubierto una academia de yoga para mamás e hijos, con la pena de que no es en mi ciudad, aunque sí cerca. De momento, me conformo con arrancarle diez minutillos a cada mañana, dedicármelos en forma de ejercicios y posturas ¡de nombres tan variopintos! y recibir una buena dosis de endorfinas para empezar bien el día.
Mi intención es, poquito a poco, conocer más el deporte en sí, perfeccionar la técnica y hacerle un lugar en la rutina del día a día. También compartirlo e ir acompañándolo con una alimentación cada vez más sana y natural, sin llegar a seguir ningún tipo cerrado de dieta. Que ya se sabe…