La abuela María apenas salía de casa. Desde que sufrió el accidente de coche había perdido las ganas de salir y se quedaba todo el día observando desde la ventana del salón cómo jugábamos en el patio.
A Santi, Nico y a mí nos gustaba mucho jugar allí. Tenía una pista de baloncesto con su canasta y podíamos estarnos horas encestando e imaginando partidos interminables. De fondo siempre teníamos a Andrés con su flauta. Él prefería ensayar las nuevas melodías aprendidas en clase que jugar con la pelota.
Un día, el balón quedó encajado en el tejado. Tiramos palos, piedras y nada. Con un tablón grande intentamos alcanzarlo pero fue en vano. No había manera de bajarlo.
La abuela desde su rincón nos observaba. Ella sabía que había una escalera en el garaje pero le divertía ver todas nuestras extravagantes ideas para alcanzar la pelota. Más tarde se lo diría 😉
Las ideas para bajar las cosas del tejado siempre son chulas, espero que la abuela se lo contase pronto
yo creo que sí que lo hizo… sobre todo cuando se les ocurriera empezar a escalar por la pared..jejeje
Los niños y su ingenio 😉 Me he quedado con ganas de saber más de la abuela. Me ha transmitido mucha ternura no sé por qué…
¡Un besote y feliz domingo!
iba a ser la parte importante del cuento pero al final las palabras me han llevado por otro lado… a lo mejor sigo con ella la semana que viene 😉 un besazo
Genial el personaje de la abuela! Feliz semana!
gracias… 😉
¡Que problema cuando el balón se queda en el tejado! Espero no tarde mucho en decirles!!!
yo creo que tardó poquito… no vaya a ser que se hicieran daño
Esta abuela es muy divertida, a pesar de no querer salir, -comprendo esos miedos, cuando se es mayor-, aún guardaba las bromas en su interior 😉