Hace tres años no tenía ni idea de a qué podría referirse un título como el de esta entrada. Fue entonces cuando el pediatra nos deribó a la consulta de rehabilitación del hospital y allí lo descubrí.
¿Por qué la derivación? A su año y medio, a mi pequeña le fallaba la estabilidad. Aun no andaba sola y lo hacía de puntillas. Yo recuerdo tener la sensación constante de no poder distraerme un segundo, porque a la mínima me la encontraba en el suelo y no con caídas suaves.
En la primera consulta en el hospital, la especialista nos confirmó que una de sus piernitas estaba algo desviada y a la vista estaba que varios de sus deditos estaban montados entre sí. Si le juntabas las rodillas, los pies tenían una pequeña separación. Pero nos tranquilizó y nos aseguró que podía corregirse solo con la ayuda del calzado. Nos recomendó la compra de calzado con refuerzo ortopétio. Parece ser que es el mejor calzado para el bebé que empieza a caminar, puesto que “recoge” el pie y evita que lo ladeen al tener un refuerzo en la parte trasera y hacia los laterales, exterior e interior. ¿Su parte negativa? El precio. A parte de lo que supuso tirar todo el calzado que tenía, comprarle solo dos pares, playeros y zapato de vestir, nos supuso unos 180€.
Al año siguiente la evolución fue negativa. El calzado mal no le hizo, pero para ella está claro que no fue suficiente. Y valoramos una segunda opinión en un fisioterapeuta privado. Éste se centró más en pautas y ejercicios y en la importancia de unas plantillas especialmente adaptadas a su pie. Le corregimos las posturas y optamos simplemente por un buen calzado y las plantillas correspondientes. Arrodillarse lo tenía prohibido. Cada día hacíamos ejercicios especiales para fortalecer sus piernas y le cambiábamos el vendaje que nos enseñó a hacer para devolver los dedos a su posición alineada. ¿La parte negativa de las plantillas? Que siendo tan pequeños, los pies le crecen rápido y se hace necesario cambiar las plantillas (unos 70€, incluida la consulta) cada cierto tiempo.
Mejoró mucho. Es increíble como un simple vendaje llegó a alinear los deditos en apenas un par de meses y las piernas se alinearon tanto, que cuando llegó la hora de ir a la siguiente revisión anual en la consulta del hospital, salimos con el alta.
CONCLUSIÓN:
¿A favor del calzado con refuerzo ortopédico?
La comodidad de no tener que andar cambiando las plantillas de unos zapatos a otros y que, si no tienen ningún problema, sirve como preventivo y caminan más seguros.
¿A favor de las plantillas?
Según nos dijo el fisioterapeuta, protegen la cadera (ésta se resiente con una mala pisada o cuando una o ambas piernas no están alineadas). Además, permiten usar cualquier tipo de calzado, sin la limitación y el precio que supone el calzado con refuerzo ortopédico, con poca variedad de modelos y colores.
Qué curioso, no lo había oído en mi vida. Me alegro muchísimo de que lo pudiérais corregir…
Feliz día!