El lunes pasado os empecé a contar que estábamos pensando en aumentar la familia con una mascota. Os hablé de nuestras opciones y valoré lo positivo y negativo de cada una de ellas. Pero todo quedó en saco roto durante nuestras vacaciones de Semana Santa porque conocimos a Llanol y se vino a formar parte de nuestra familia pero… ¿qué pasó para que lo conociéramos?
Después de ver que sí, que estábamos preparados para la responsabilidad que acarreaba tener una mascota en casa empezamos a buscar quién iba a ser el elegido. Como ya dije la semana pasada, la primera opción que nos vino a la cabeza fue la de comprar un perro o un gato. Creo que son las mascotas que más llaman la atención a los niños. Pero haciendo un examen minucioso de todo lo que se avecinaba con la llegada del nuevo miembro de la familia y, sabiendo que se abandonan a tantos animales por no poder cuidarlos (precisamente por no haber hecho nuestra valoración de si estábamos o no preparados para cuidar de un animal), pasamos a la mejor elección para nuestra familia: la adopción.
Buscamos en Alicante y alrededores protectoras que tuvieran perros y/o gatos para adoptar uno y llevárnoslo a casa para darle un hogar pero… ¡¡llegó mi pequeña y su nueva petición!! ¡¡quería un conejo para su cumpleaños!!.
“El regalo que más ilusión me hace”- según sus palabras.
Y volvimos a mirar si existía la posibilidad de adoptar o si teníamos que comprar uno.
Visitamos páginas como Alicante Adopta, Asociación AsoKa el grande, Bambú difunde, APADAC,… pero no tenían conejos para adoptar. De todas formas, nos relajamos un poco. Había tiempo de sobra hasta finales de mayo para informarnos y aprender sobre el cuidado de los conejos, y buscar dónde adoptar uno o, si no encontrábamos, dónde comprarlo, pero…
Casualidades de la vida, mi prima tenía un bonito conejo blanco enano, que ya no podía cuidar porque su situación había dado un cambio inesperado. Estaba buscando una familia para él o tendría que llevarlo a una protectora. Y ahí estaba yo, hablando del regalo de cumpleaños de mi pequeña y ella hablando del conejo y de a dónde llevarlo.
Lógicamente ella me ofreció quedarme con el conejo y yo acepté encantada porque era lo que querían los niños y… ¡¡de perdidos al río y cuanto antes mejor!!
Emocionados es poco cuando les dije a mis hijos que ya teníamos un conejito para la familia. Nerviosito perdido mi mayor y deseando ir a recogerlo. Mil nombres pensaron para él y ninguno de ellos fue el definitivo. Llanol fue el seleccionado porque fue lo primero que le vino a la cabeza a mi mayor cuando lo vio.
¿Qué significa Llanol?
Nada de nada. Es una palabra que repite mucho un niño del colegio de mis hijos y que siempre le ha llamado la atención a mi mayor. Fue ver al conejo y acordarse del niño y “Llanol” y con ese nombre se quedó.
¿Qué tal la llegada de Llanol a la familia?
Muy bien. Se ha acostumbrado muy rápido a nosotros y nosotros a él. Parece que llevamos toda la vida juntos. Eso sí, hemos tenido que hacer un curso superaceleradísimo sobre conejos porque sabíamos muy poco de ellos. Pero de esto os hablaré otro día. Ahora sólo os dejo unas cuantas instantáneas más del miembro más nuevo de nuestra pequeña familia. 😉