Últimamente me ha dado mucho por pensar. Serán cosas del insomnio, que como estoy más tiempo despierta tengo que ocuparme en algo y lo estoy haciendo en pensar. Y le doy muchas vueltas a todo. Intento averiguar cómo mejorar en mi vida, hago examen de conciencia para evitar cometer errores y, sobre todo, analizo, y mucho, cómo está siendo mi vida.
¿Sabéis? Está siendo de lo más normalita. No destaco por nada en concreto. No estoy involucrada activamente en ninguna lucha (colaboro desde la sombra pero eso sólo lo se yo), no me he embarcado en ningún proyecto que vaya a cambiar la vida de las personas, no estoy haciendo nada que vaya a trascender más allá de mi entorno muy cercano. Es más, está siendo tan normal y desapercibida mi vida que creo que poca huella voy a dejar incluso en los que me han conocido. ¿Es para preocuparse? No se, creo que en el mundo también debe haber personas como yo, ¿no?
Y mi maternidad está siendo igual. No hay nada extraordinario en ella que llame la atención al mundo, salvo la de mis hijos (lógico). Soy una madre que se preocupa porque no les falta nada en el día a día. Que estén alimentados y aseados. Que reciban una buena educación y que no pasen penurias. Que se sientan queridos y aprendan a desenvolverse en el mundo. ¡¡Lo que todas queremos e intentamos cada día!!
Eso sí, no soy una de esas madres que hacen que la infancia de sus hijos sea mágica. No estamos todo el día haciendo planes super-chupi-divertidos de esos que te dejan un recuerdo imborrable y que te sacan la sonrisa cada vez que te vuelven a la memoria. Pierdo los nervios y me vengo arriba, hay días en que contar hasta 10 antes de reaccionar se me hace un mundo. Y a veces estoy cansada y sin ganas de nada y no hacemos nada juntos, y en otras ocasiones soy yo la que tengo más ganas de juerga que ellos y los busco para hacer guerras de cosquillas interminables. Lo normal, ¿no?
Y nadie recordará mi maternidad, ni mi vida salvo que entren por aquí, por este blog que está siendo mi otro mundo, donde soy un poquito (poquitísimo) especial y en donde voy cumpliendo uno de mis pequeños sueños, escribir. ¿Y sabéis? Tampoco me importa no ser una de esas mujeres que marcan la diferencia, me gusta ser normal y mi vida tan normal. 😉
♥
Gracias 😉
Ay Maite, yo con ser una madre medio normal ya me conformaría del todo. Con no meter la pata en cuestiones graves y poder criar a mis churumbeles de una forma medio acertada ¿qué más se puede pedir?
Eso mismo, por qué querer ser la madre perfecta en todo si una disfruta más siendo normalita?? jejejejeje