Hoy quiero hablaros de una gran amiga y una gran mamá, pero no resaltaré aquí esta amistad, sino su historia con la maternidad.
Conocí a Pili hará unos seis años y siempre me llamó la atención su vitalidad y la sonrisa imborrable en su rostro. Al principio únicamente intercambiábamos unas pocas palabras cada vez que traía el cupón a nuestra mesa, pero con el tiempo nos hemos hecho grandes amigas.
Pili es una de esas “mamás coraje” que lo da todo por su hijo. Con 27 años y un bebé recién nacido, perdió la visión de un ojo (empezó el proceso durante el embarazo) y a los 29, casi 30 años, se quedó ciega total, cuando su pequeño contaba con apenas dos añitos.
La transición fue dura, muy dura. Tuvo que aprender todo de nuevo y encima con un bebé a su lado que no llegaba a entender la discapacidad de su madre… “llegaba y me decía mamá mira y yo le contestaba que no lo podía ver y él insistía diciendo pero tú míralo bien”, me cuenta Pili.
Esta es una de las muchas anécdotas que nos suele contar cuando tratamos el tema del cambio de ser vidente a no ver nada. “Bien pequeñito lo apunté a natación por si se escapaba hacia la piscina y se caía” y no me extraña, porque hace trece años la piscina de la urbanización no estaba cercada como lo está ahora y se podía ir hacia ella en cualquier momento.
Durante este periodo de aprendizaje, contó con el apoyo de la familia y de la Fundación ONCE, a la que está muy agradecida. Allí acudía para aprender a potenciar sus otros sentidos (tacto, olfato…) y también participaba en grupos de apoyo en los que se reunía con otras mamás en su misma situación. La ayudaron a crearse sus propias estrategias para valerse en el día a día y poder cuidar de su hijo. Y, muy orgullosa, me recuerda “a mí sólo se me ha escapado una vez mi hijo y ¡¡¡fue en compañía de un vidente!!!”. Todo un logro ya que no perdía una sola tarde de estar con su hijo en el parque.
Su técnica para saber los colores de cada prenda y poder vestir a diario a su hijo (y vestirse ella misma) es la de coser botones de diferente tamaño y forma en las ropas del mismo color. Por ejemplo, en la ropa verde cose botones grandes y redondos en las etiquetas de la ropa o en la parte baja.
Para dar de comer al peque no lo sentaba en la trona, sino en sus rodillas, y jugueteando con su mano localizaba la boca para meterle la cuchara. Y, para comprobar que tenía el culito limpio, le pasaba un trozo de papel higiénico por la zona: si olía a papel bien sino, a seguir limpiando.
Con una bandeja acortó la bañera para evitar que se resbalara y nunca le soltaba mientras estuviera en el agua.
Durante el periodo en que los niños quieren hacer las cosas solos ella le dejaba pero le hacía hablar o cantar para controlar por dónde andaba y así que no se escapara.
Y así me podría pasar horas y horas porque Pili tiene mucho que contar, y es que, trece años en la oscuridad y con un hijo, dan para muchas anécdotas.
Ahora su preadolescente es un chico muy cariñoso y responsable. Hace lo que tiene que hacer cualquier chico de su edad y sabe que puede contar con su madre para lo que necesite, que el estar ciega no va a ser un impedimento para estar ahí.
Eso sí, le duele oir que una mujer ciega no debería tener hijos o que, directamente, no los puede tener, porque ella es un ejemplo de que se puede y siente mucho que se le niegue este derecho a muchas otras. “Se nos cuestiona que, independientemente del tipo de minusvalía que se tenga, no somos tan buenas madres que las que no tienen ninguna discapacidad”
Menuda historia, uff, que coraje! Felicidades a la mamá por esa valentía y por conseguir salir adelante en la crianza. Qué duro debe ser prescindir de un sentido con niños pequeños…
Personalmente, cualquiera me parece imprescindible, pero la vista… Ver crecer a tus hijos… ¡Todo un ejemplo de superación!
Claro que se puede ser madre de cualquiera de las maneras, y Pili es el vivo ejemplo de ello, con muchos obstáculos, pero con mucho amor, lo ha conseguido. Enhorabuena!
🙂
Que mujer tan increible, y que admirable es Pili, gracias por traernos su historia!
🙂 un besote peque!!!
uff, me has dejado muerta. No tengo palabras. Gracias por compartirlo, me encanta que haya gente así.
Nos anima a no rendirnos… nunca.
Que historia tan dura y bonita a la vez. Felicito a Pili por su afán de superación, pero a la vez me angustia la idea de no poder ver a mi hija. Soy tan feliz mirándole a los ojos y pensando “que preciosa es” que pensar en no poder hacerlo me pone fatal. Esto me recuerda una vez más, que no sabemos los afortunados que somos.
Un abrazo.
De verdad que sí y cuánto nos quejamos a veces por cosas sin importancia. Gracias Vanessa por tu comentario y por difundirlo 🙂
Guao!!! Me conmovió la historia de pies a cabeza… Admirable 100% esta mamá coraje!!!
Le encantará escucharlo ;). ¡Gracias mami!
me ha dejado los pelos de punta. qué triste y precioso a la vez.
La verdad que sí, la vida y las vueltas que da, de repente… Gracias por Jome
¡Qué valiente y qué admirable! Es increible como hay gente que en lugar de hundirse se crece ante las dificultades. Todo un ejemplo para su hijo. Gracias por la historia.
Es cierto, su hijo tiene un gran ejemplo de amor y de lucha en su madre. Gracias por tus palabras Mayca, y por seguirnos. ¡Un besote!
Se me ha hecho un nudo en la garganta al leer la historia , yo no hubiese podido superarlo, te admiro Pili y eres un ejemplo a seguir por todas nosotras, y a tí Maite, querida amiga, gracias por compartirlo con nosotras.
Es muy duro, no haber nacido así y tenerte que adaptarte en el que tendría que ser el momento más feliz de tu vida… Pero somos más fuertes de lo que nos pensamos y, por supuesto Pili es una gran luchadora que estará encantada cuando Maite le lea todos vuestros comentarios! 🙂
¡Yo quiero ser tan valiente como ella!
Yo creo que si nos toca, sacamos fuerzas de donde sea, pero no deja de der algo emocionalmente duro!!