En estos últimos días me he dado cuenta cómo ha cambiado mi chico en estos últimos meses, y es que se me está haciendo mayor y de mi bebe ya va quedando poquito. 🙁
Le falta un mes para cumplir 5 añitos y me diréis que soy una exagerada por decir eso de que se hace mayor pero…. os cuento.
El sábado jugó su primer partido de fútbol con el colegio. Miedo me daba el momento en el que le metieran su primer gol (es portero y en ocasiones defensa). En casa no dejaba de repetir que no iban a perder porque él estaba en la portería y era tan bueno que iba a pararlas todas. Ilusión tiene mucha pero… su mamá, o sea yo, ahí estaba para inculcarle algo de realidad porque si no el batacazo podría ser de órdago.
Imaginaros que llevan desde octubre entrenando, antes solo había jugado a chutar pero de normas cero. Además juega en la categoría de 2º y 3º de infantil por lo que es de los pequeños. Vamos… que el que perdieran era factible y que le metieran algún gol casi seguro. Pero yo (con todo mi amor y cariño) le fui explicando que en los partidos siempre había goles y que podrían meterle alguno y que llevaban poco tiempo entrenando y a lo mejor el otro equipo sabía más y que lo importante no era ganar si no divertirse mucho. Él me decía que sí, que tenía razón pero que a él no le metían ningún gol 😉
Y llegamos al partido. Vemos al equipo contrario y… se masca la tragedia. Contra niños de 3º de infantil y que ya jugaban el año pasado. Había alguno que le sacaba una cabeza a mi hijo y eso que es de los altos de la clase. Todos uniformados. Así que empezamos los papis a decirles que había que pasárselo muy bien y que estábamos muy orgullosos de verlos jugar su primer partido (pasara lo que pasara).
Mi chico no comenzó como portero y robó unos cuantos balones pero a uno no llegó y… nos marcan gol. Y aquí fue uno de los momentos en los que me di cuenta que se va haciendo mayor. Hace unos meses se hubiera agarrado una borreguera de aúpa, e incluso se habría salido del campo cabreado, pero no, se quedó tan pichi (bueno, con la cara un poco triste) y siguió intentando recuperar balones. Y las cosas no fueron mejor cuando le pusieron de portero. Le marcaron un gol (sólo pude grabar un momento y resulta que fue ese…. soy de un oportuno… :P) y otra vez me demostró lo que había madurado porque lo tomó con mucha deportividad y siguió con sus compañeros luchando hasta el final.
Perdieron 4-1 pero yo me fui a casa siendo la mamá más feliz del mundo viendo disfrutar a mi hijo de uno de sus deportes favoritos.
Jaja. Di que sí! Qué harían los niños sin el apoyo de los padres! Este post me ha recordado a cuando yo estaba en el cole. Jugué a baloncesto durante unos años. Mi padre no se perdía ni un solo partido de los sábados aun sabiendo que nunca iba a marcar. Un día (y el único) metí dos canastas seguidas. Recuerdo a mi padre como loco en las gradas orgulloso de su niña. :-). Seguro que tu pequeño, aun metiéndole algún gol, está orgulloso de teneros ahí animándole!!
yo también jugaba a baloncesto…… jejejejeje y recuerdo a mi padre sin perderse un solo partido y estaba feliz por ello por eso ahora no voy a faltar a uno solo de mi hijo y seré la mamá histérica que les da ánimos desde la banda… jejejeje 😉
Es triste verlos perder, pero lo bueno es ver como van madurando… y es que en la vida hay que saber encajar goles…
Sí, se hace mayor, y tiene unos valores estupendos. La ilusión que no la pierda nunca, porque puede hacer maravillas, y es genial cuando acepta la “derrota”, ains, que rápido pasa el tiempo!
Se aprende uy aprovecha mas de las derrotas si son tempranas que de los triunfos si la familia está al apoyo, todo bien.
PTB