El pasado 1 de agosto, el pediatra que ha acompañado a mis hijos desde que nacieron, se jubiló. ¡¡No os podéis imaginar el disgusto que tengo!! Me dejó echa polvo cuando me confirmó que los rumores eran ciertos y me entró todo tipo de miedos.
Nuestro queridísimo pediatra nos daba tranquilidad y seguridad. Tenía un no se qué que te transmitía confianza y eso creo que es una de los cosas más importantes que hay que buscar a la hora de decidirse por un pediatra.
En nuestro caso fue el azar quién nos llevó a él. Cuando fuimos a inscribir al mayor al centro de salud correspondiente, aleatoriamente nos dieron pediatra y llegamos a él.
¿QUÉ NOS GUSTABA DEL QUE ERA NUESTRO PEDIATRA?
El trato a mis hijos siempre fue respetuoso. Jamás les hizo de menos para nada y siempre les hizo sentirse importantes.
Tenía un don especial para saber la enfermedad que tenían sin apenas tocarlos. Tenía una sospecha por los síntomas, hacía las pruebas y confirmaba sus sospechas. Sólo hubo una vez que no dio con el diagnóstico a la primera y no fue su culpa porque sin una radiografía (cosa que no tienen en la consulta) jamás se hubiera visto. Simplemente tuvimos que aumentar la dosis de la medicación adaptada a la nueva situación.
Me escuchaba en mis miedos de madre primeriza y en mis presentimientos de bi-madre. Él decía que la intuición de una madre era muy valiosa y si notaba que algo iba mal es que algo había. Es por ello por lo que descubrimos enseguida que mi pequeña tenía escarlatina. Tenía un sarpullido raro y un poco de fiebre, fácilmente podría ser un exantema vírico pero prefirió hacer la prueba porque yo estaba intranquila y se confirmó el diagnóstico.
Respetaba los diferentes modos de crianza. No juzgaba por nada (del día a día) porque entendía que las madres y los padres lo hacíamos por el bien de nuestros hijos. ¿Lactancia materna larga? Muy bien ¿Biberón por la razón que fuera? Perfecto también. ¿Colecho o no? No se metía porque no estaba dentro de sus competencias (algunas enfermeras se escandalizaban de nuestras decisiones e intentaban que el doctor nos llamara la atención). Él velaba por la salud de los niños y mientras estuvieran sanos que cada padre criara como quisiera.
Era sincero. ¿No estaba seguro de qué le pasaba al niñ@? directamente nos lo decía y se ponía a investigar hasta dar con la solución. Sus explicaciones y recomendaciones sobre las vacunas no eran de manual, él nos las razonaba desde su experiencia y sobre lo que haría si fueran sus hijos o nietos.
Era cercano en el trato y no me hacía sentirme una inútil ni una tonta (hay pediatras que te hacen sentir así porque ellos son los que han estudiado y yo no)
Todos queríamos (bueno, le queremos y siempre le querremos) a nuestro pediatra y ufffff… el próximo lo tendrá complicado pero le daremos la oportunidad de ganarse un huequecito en nuestro corazón junto a nuestro queridísimo Doctor Serra.
hola!
creo que compartíamos pediatra y nosotros también le echaremos de menos!
si es el mismo es imposible no echarle de menos… ¿quién será su sustituto? aún no he ido a conocerlo 😛
¡Qué lástima! Es difícil encontrar un buen pediatra.
Sí, ojalá el/la siguiente sea igual
¡Genial! Razonables argumentos. Manten este criterio es un blog fantastico. Tengo que leer màs blogs como este.
Saludos
Muchas gracias 😉