Si es que no somos invencibles. Creemos que podemos con todo y que nada nos va a hacer parar pero… NO. El cuerpo nos va enviando señales y podemos hacerle caso o, como hice yo, pasar de ellas. Pero llega un día en que dice basta y toca tomarse un respiro.
Mi cuerpo me fue avisando con tiempo. Primero fueron pequeñas llamadas de atención. Luego fue un gran aviso. Me dio un respiro que me hizo confiarme. Me confié tanto que me lancé a un gran reto para mí dada mi condición física y… la lie. La lie parda y ahora estoy pagando las consecuencias.
Pero mejor os pongo en antecedentes.
Tengo un sobrepeso considerable desde que tuve a mis dos hijos. Durante los embarazos no engordaba mucho pero durante las lactancias cogía bastantes kilos. Me relajaba o no se qué pero ahí estaban esos kilos de más. Como pasé por dos lactancias imaginaros el estropicio.
Me puse firme para bajar de peso pero mis pies no aguantaron el ritmo y el sobrepeso. Comencé con ligeras molestias en las plantas de los pies pero al final fue a más. Tuve fascitis plantar en los dos pies. A la vez. En uno más dolorosa que en el otro pero con dolor. Bajé el ritmo del día a día pero no reposé como me mandaron. Para aguantar probé con la acupuntura y me vino de lujo. De la noche a la mañana, casi un año después, me di cuenta que ya no me dolía. Se había curado.
Poco a poco fue retomando mi día a día. Mis paseos con la vecina. Mis locuras con los niños. Caminar y caminar. Me encanta pasear. Y volvieron las molestias. Pero como soy muy cabezona volví a no hacer caso.
Hace un año, desde Madresfera, propusieron el #retossilvestre. Lógicamente, consistía en prepararse para correr la San Silvestre de nuestra ciudad. Todo con ayuda de un entrenador personal. Me lie la manta a la cabeza y me apunté con el objetivo de volver a recuperar mi forma física.
No me volví loca y fui consciente de mis limitaciones. No me lancé a correr directamente (casi le dio un pasmo a mi doctora cuando le dije lo que iba a hacer) porque mi cuerpo no hubiera aguantado nada. Comencé caminando cada vez más rápido con el propósito de llegar a correr. Fue genial las primeras semanas. Estaba muy animada y cada vez me encontraba mejor físicamente. Y mentalmente, para que voy a negarlo.
Pero las molestias continuaban y cada vez iban a más. Lo achaqué a la falta de costumbre y las agujetas. Ya se pasarían con el tiempo. Pero no fue así. Fueron empeorando.
Me tocó parar e ir a mi fisioterapeuta a que me ayudara a encontrarme mejor porque quería cumplir con mi reto. En diciembre ya el dolor era insoportable y me dijo la fisio que como mucho, podía hacer la San Silvestre andando. Mi gozo en un pozo. Lo malo es que…
… ese fue el inicio de lo que, a día de hoy, aún me sigue molestando. Y es tal el dolor que siento a diario (sí, sí, todos los días sin dejarme ninguno olvidado) que me está cambiando el carácter y estoy dejando de hacer cosas que me gustan.
Diagnóstico de lo que me sucede:
Después de hacerme unas cuantas pruebas ya tengo un diagnóstico. Tengo una fascitis plantar y un espolón calcáneo. Además, me han avisado que el tendón de Aquiles está bastante frágil 🙁
Solución para mi problema: Tomarme un respiro 😛
No, es broma. Bueno sí, tengo que tomarme un respiro en serio y reposar para que baje la inflamación de mi pie. Pero con niños es muy complicado y encima pretendo llegar a todo lo posible. Así que, después de intentarlo con medicación oral (que me baja un poco la intensidad del dolor pero no lo alivia del todo) han pasado a infiltrarme.
Me han pinchado corticoides en el talón y me han mandando una serie de ejercicios que tengo que hacer todas las mañanas antes de apoyar el pie en el suelo. Nunca después de haberlo apoyado porque ya no hará efecto. Durante 8 semanas. Después de ese tiempo volverán a valorar la situación. También tengo que usar unas taloneras para aliviar la presión de los talones.
¿Servirá de algo mi respiro de 8 semanas?
Cruzaremos los dedos para que así sea pero no pienso deprimirme si no lo consigo a la primera. Seguro que podré hacer más cosas. Tengo claro que mientras no baje peso esto seguirá sucediéndome. Y si no paro cuando empiece a dolerme también recaeré.
Tenemos que dejar de pensar que podemos con todo. No somos supermamás, somos mamás normales con unas limitaciones. No todas las mismas y es importante conocerlas. Y, sobre todo, hacer más caso a las señales que nos manda nuestro cuerpo y… TOMARNOS UN RESPIRO.
Hola!!
Sin duda es una experiencia que nos pasa a muchas!!!
Un abrazo!!!
Por desgracia sí. Gracias por pasarte
Oye Maite, pues justo en el talón me da un dolor de vez en cuando que me hace cojear, porque parece que no fuera a sostener mi cuerpo si me apoyo sobre él. Pero de pronto se me pasa y a lo mejor tarda semanas en volverse a producir. ¡A ver si voy a tener también algo de esto!
Pues si te molesta no estaría de más que fueras al médico a echarle un vistacito. Por lo menos para que no vaya a más si resulta que también lo tienes 😉
Pues no sabía ni que eso pudiese pasar, espero que tu respiro de 8 semanas te sirva!
Yo lo había oído pero no pensé que fuera tan fácil sufrirlo. Por ahora he notado mucha mejoría con la infiltración y el reposo. Gracias