Cuando una se convierte en madre y empieza a “quejarse” por lo difícil que está siendo el primer año con un bebé que llora, come y caga mancha el pañal siempre recibe las agoreras palabras de… “a medida que crecen es peor. Ya verás cuando se haga mayor y llegue a los dos años”. No falla, siempre hay alguien agazapado esperando a soltarla (y me incluyo en el grupo que también lo he dicho y no sólo una vez). Cuando estás en plena etapa de los terribles dos, que deseas que terminen, vuelven las voces “amigas” para decirte que los tres tampoco son un camino de rosas. Ni los cuatro, los cinco ni los seis. Los siete… uffff para mí han sido casi los peores y los ocho…
Los ocho están siendo los maravillosos ocho años. Sí, sí, que no os vengan con malos presagios sobre los ocho porque no es una etapa tan mala como las que hemos pasado ni como las que nos esperan.
Cambios en mi mayor con ocho años
- Son prácticamente autónomos para todo. Y si no lo son en todo es porque tenemos miedo de dejarles hacer muchas cosas porque… “la vida no es como cuando nosotros éramos pequeños” 😛
- Nos escuchan de verdad. Bien cierto es que no nos escuchan todas las veces pero más del 75% sí, y eso es una gran mejoría.
- Obedecen. Siiiiii, hacen caso prácticamente a la primera. No hace falta repetírselo mil veces para que luego no lo hagan. ¡¡¡Se lo pides y lo hacen!!! y tú te sientes la madre más feliz del mundo 😉
- No necesitan tu constante vigilancia. Por fin puedo mantener una conversación de adultos con adultos sin las mil y una interrupciones de mi mayor (todavía queda la pequeña no os creáis 😉 ). Conocen las reglas, las cumplen y sólo acuden a ti si quieren dinero para comprarse algo o si el conflicto con los amigos es de los de órdago.
En general, con la llegada a los ocho años, son más responsables. Siempre hay alguna excepción, claro, pero se nota que empiezan a madurar.
Inconvenientes de los ocho años de mi mayor
Con la llegada a esta edad todo el monte no es orégano y también hay algunos puntos negros, que no son tan negros después de lo vivido en años anteriores.
- Se quieren tomar más libertades de las que les corresponden. Son más autónomos y responsables pero aún tienen ocho años y no pueden irse a donde quieran sin avisar y sin supervisión de un adulto. Nuestra mayor pelea es porque quiere bajar a la urbanización él solo. Nosotros no le dejamos porque es abierta y puede entrar cualquiera. Además, mi hijo aún es muy confiado y no ve la malicia en los demás. Y después de la última noticia sobre un secuestro cerca de nuestra casa menos aún.
- Se ven mayores y les entra una chulería que no se puede aguantar. Se creen los reyes del mambo y te sueltan frasecitas del tipo… “tú no eres pro” “no nos entiendes”… y más del estilo que pensaba que eran más de adolescentes.
- Definitivamente nos hemos quedado sin niños pequeños. Han crecido y muy rápidamente. A sus ocho años ya vemos más cerca su adolescencia que su etapa de bebé. Y, no se a vosotras pero a mí… me da mucha pena que pronto no quiera que su madre lo achuche y juegue con él.
No sé cómo serán los 8 de mis criaturas, pero los 2 mi bichilla fueron de terror. menos mal que sólo duraron unos mese sy no el año completo, pero aquello era digno de ser vivido.
Los de mi mayor también fuero de órdago y encima embarazada de la pequeña. Creí morirme 😉 Pero oye, un descanso entre tantas etapas complicadas se agradece 😛
¿así que aún me quedan 5 años hasta que la “doctora NO” se suavice?… pues me has dado el viernes! jajajjaja! la verdad es que el tema rabietas y que te digan “sí mamá, no lo volveré a hacer nunca más” como un mantra, porque ya lo está volviendo a hacer, es digamos que un poco complicado de gestionar.. pero también es cierto que su mundo y cómo te o cuentan todo es de lo más divertido, síguenos informando de la que se nos avecina… bss!
Piensa que 5 años se pasan volando jajajajaja. Yo mientras tanto seguiré contando 😛