Pablo se encontraba mirando fijamente cómo los peces devoraban la comida que les acababa de echar. Por un momento se olvidó de todo y su tristeza se camufló tras la curiosidad por esos pequeños animalitos. Estaba triste porque se iba. Saldría de la casa que lo había visto nacer y crecer y se iría a otra ciudad y otra gente. Tenía miedo. Todos sus amigos se quedaban y no sabía si podría hacer nuevos. Encima de la cama estaba el neceser, que hace un rato le había subido su madre, para que lo llenara. No quería hacerlo, quería quedarse en casa con todos sus recuerdos.Sigue leyendo…