Anoche, viendo el programa de Samantha en Cuatro, vino a mi cabeza todo lo vivido en mis dos partos y lloré. Lloré mucho recordando lo que pasé, las complicaciones que tuvimos que superar y el miedo que pasamos. Y al final del programa me quedó aún más claro que… querer es poder.
¿Por qué digo esto? Porque hay mucha leyenda urbana alrededor de los partos y una de ella es que después de una cesárea es muy difícil tener un parto vaginal. Durante todo el embarazo de mi pequeña me lo dijeron muchas veces. El mayor acabó en cesárea y al año y pico me volvía a quedar embarazada, fue el momento en que salieron las voces agoreras intentando prepararme para mi segunda cesárea. Pero yo me negaba a ello. Claro que podía ocurrir pero anteriormente habría hecho todo lo posible por parir vaginalmente. Iba a intentarlo y no iba a perder la esperanza de cumplir mi sueño.
Hace 5 años, tal día como hoy, salía de cuentas. Ya tenía contracciones muy a menudo pero no me ponía de parto, estaba de 2 cms. Aún me tocó esperar 5 días más para que naciera mi pequeña.
Desgraciadamente volvió a ser otra inducción. Había roto la bolsa un día antes y seguía sin ponerme de parto. Se repetía casi prácticamente mi primer parto pero estaba convencida de que no iba a terminar igual.
Me pusieron la oxitocina a la misma hora que con el mayor y comenzaron los dolores, pero no me quedé tumbada y busqué las posiciones más cómodas para ayudar a que mi cuerpo reaccionara e hiciera su trabajo. Algún rapapolvo me llevé porque se perdía la señal de mi pequeña pero con un ratito tumbada para ver cómo se encontraba les bastaba y me dejaban seguir a mi aire.
Recuerdo llorar a lágrima viva. Hasta el matrón me dijo que no era para tanto la cosa y que por qué llorar por un momento tan bonito. Pero no lloraba de pena ni miedo, lloraba porque era lo único que me ayudaba a sobrellevar el dolor. Lloraba porque se estaba repitiendo mi anterior parto y no quería, me negaba a pasar otra vez por lo mismo. Lo entendió y me dejó hacer.
Pero… no se si fue porque no me pillo de novata y sabía lo que iba a pasar, o porque estaba emperrada en mi parto vaginal, o que los astros se habían alineado y me iban a conceder mi deseo que… empecé a dilatar y rapidito.
Pedí la epidural porque quería disfrutar de mi parto (si leéis cómo fue el del mayor entenderéis que no quisiera volver a pasar por ello) y me preparé para el momento de empujar. Craso error porque se frenó y dejé de dilatar a los 5 cms. Pasaban las horas y seguíamos en los 5 cms. Volvió a aparecer la sombra de la cesárea sobre nosotros. No quería y volví a llorar.
Fue en ese momento, sobre las 5 de la tarde (estaba en partos desde las 8 y media de la mañana) cuando el matrón decidió que mejor me cambiaba a otra postura menos común cuando se tiene la epidural puesta pero que podía ser efectiva. Iba a intentarlo todo antes de subirme a quirófano. La ginecóloga me concedía dos horas más para intentarlo antes de sacarme a la niña. ¡¡Otra vez a llorar!! pero me concentré y hablé con mi niña para que me ayudara a que tuviéramos nuestro parto deseado.
Y sucedió. Dos horas después estaba casi de 8 cms y a las 23:10 horas tuve a mi pequeña en brazos y sentí como salía de dentro de mi y me sentí fuerte y poderosa porque había demostrado a todos que se equivocaban y que después de una cesárea se podía parir vaginalmente.
Samantha pudo sucumbir a la cesárea. La niña estaba de nalgas y la ayudó a colocarse. Durante la inducción el tiempo pasaba y no dilataba. Hubiera sido lo más fácil dejarlo e ir por la vía rápida. Quien la atendía podía haberla obligado a pasar por una cesárea no respetando su deseo de seguir intentándolo pero la respetó, cosa que no hacen todos. Pudo terminar en cesárea pero no perdió la esperanza y lo consiguió. Es otra muestra más de que ¡¡¡QUERER ES PODER!!!
Es que en ese último momento no debe ser fácil plantar cara al personal sanitario para pedir tiempo y evitar la cesárea. Yo estoy segura de que si mi parto no hubiera sido tan rápido, y alguien hubiera mencionado la cesárea, no habría sido capaz de contradecirles.
Seguro que sí, hay que estar ahí y desearlo mucho para no dejarse avasallar. Otra cosa seria que corriera peligro el bebé o tú y entonces de cabeza a la cesárea 😉
Y que bien se siente una cuando puede ejercer control sobre su parto. Yo también tenía bastante claro lo que quería, y por suerte pudo ser. Obviamente si no me lo hubieran aconsejado no habría insistido. Yo quería partir lo más natural posible, tener libertad de movimientos y estar informada todo el tiempo. No me libré del enema…y lo intenté, pero si de la epidural…aunque luego se que la pedí a gritos jajaja.
A mi las cesáreas me dan mucho respeto, no dejan de ser operaciones. Y pudiendo intentarlo de otro modo, yo también preferiría evitarla. Mi cuñada fue una de las que le dijeron que tras cesarea, cesarea. Tuvo 3 hijos y no se molestó ni en intentarlo, cesárea los 3 y al tercero ligadura porque no le aconsejaban otro embarazo ya.
Una pena lo de tu cuñada, y como ella muchas mujeres que en cuanto tienen la primera cesárea ya parece que no saben parir vaginalmente. Y respeto la que lo quiera hacer así (aunque no lo comparta) pero lo que no soporto es la mentira de que no se puede cuando sí se puede. Nos terminan diciendo que no sabemos hacerlo cuando estamos “diseñadas” para ello