Mi segunda palabra de esta semana va muy relacionada con mi primera incursión en este diccionario de la maternidad que Vero de Trimadre a los 30 nos animó a completar hace ya… ¡¡¡12 ediciones!!!
En esa primera vez hablaba de cómo la maternidad había hecho que mi yo-obsesivo de la limpieza y el orden se fuera relajando un poco para no perderme todo lo bueno que me brindaba mi nuevo yo-mamá.
Pero es que mi yo-obsesivo no es el único yo de lo oscuro que tengo. También tengo un yo-controlador que no me permite dejar nada al azar y fuera de mi control. Pero claro, la llegada de los retoños a nuestra vida (a la de mi marido y mía) está consiguiendo (muy pero que muy despacio) que esos yos oscuros de los que me sentía incluso orgullosa (algo que tendría que hacerme mirar ;)) se queden en lo profundo de mi ser y sus salidas a la luz sean cada vez más esporádicas.
Y de ahí la palabra elegida para hoy DELEGAR porque cuando salieron por primera vez las dos rayitas en el predictor me autoimpuse para mí solita todas las tareas que iban a transformar nuestra rutina.
Error, error, error…
Para empezar, a los peques los hicimos entre los dos y fue decisión mutua el tenerlos por lo que… el padre de las criaturas quiere participar en su vida tanto como yo.
Y, que si no delegaba o dejaba de controlarlo todo, mi yo iba a terminar muy pero que muy mal porque el día sólo tiene 24 horas y aún no he encontrado a mi yo-omnipresente 😛 para poder llegar a todo (tal y como mis yos, el obsesivo y el controlador, querrían que hiciera)
La RAE define delegar como dar a otra la jurisdicción que tiene por su dignidad u oficio, para que haga sus veces o para conferirle su representación. La verdad es que esta definición me deja un poco descafeinada porque no creo que cuando delego en mi marido, mi tarea autoimpuesta, me esté representando, más bien está ocupando el lugar que mi yo-controlador le ha arrebatado.
Así que he optado por presentar una definición muy sencilla (mi yo-imaginativo deja mucho que desear) pero que expresa a la perfección lo que es para mí delegar: dejar al padre participar en la crianza de los hijos sin que medie control por parte de la madre.
¡Jajaja! Muy buena definición para delegar. Creo que debo ir aplicándomela desde ya, porque he de reconocer que soy un poquito marimandona y metomentodo.
Yo también debería aprender a delegar, jajajaj, aunque también es cierto que cada vez me cuesta menos. Seguro que al final lo conseguimos. Un besito
Me siento muy identificada… al principio me costaba mucho delegar… es un aprendizaje continuo… pero hoy siento que lo llevo un poco mejor… así que no me falta mucho para conseguirlo!!!
Un abrazo che.
Me encanta la palabra… DELEGAR tiene mucho peso en la desmadratizacion. Y que nunca hay que sentirse desbordada, superada, por estar SIEMPRE ahí. Lo importante es disfrutar de la maternidad. Y como dices, es cosa de dos.
Un beso!
Claro que sí!! Y es lo que hay que hacer.. Ellos son parte importante de la educación y crianza, y no debermos erigirnos en talibanas del “yo femenino” No todo lo hacemos mejor.. Pero casi.. jajajaja
SIn duda delegar es bueno y compartir aún mas. Esto no es una guerra y si en algún momento lo es mi compañero lucha conmigo.
Post positivo!! Me gusta!!!
Pues yo antes no delegaba nada… Ahora el problema es que si se descuida un pelo, le hago la trece, catorce y le delego todo!!! Jajajajajaj
Hay que aprender a delegar. Es una liberación!!!! Jijijiji 😉
Los hijos son cosas de dos, y delegar es absolutamente necesario ,aunque a veces nos cueste, hay que hacerlo!!! (por nosotras, lo primero, jejeje ; pero también por ellos!!!)
BEsos
jajajaaj!!! Muy bueno! Sí señora!
Sé de una que va más que despacio en esto de DELEGAR y que llega a límites insospechados de agotamiento por cabezona, así que tendré que meterle más caña a mi yo-meloguisoyomelocomo…
Buena reflexión.
Un beso